Mary McAleese (antigua presidenta de Irlanda) en Roma contra el machismo en la Iglesia

baldaquino

Artículo original en:

http://www.irishtimes.com/life-and-style/people/mary-mcaleese-a-thorn-in-the-church-s-side-1.1840003

Traducción de Priscila:

Al describir los planes del Papa Francisco sobre el sínodo sobre la familia como “demenciales”, Mary McAleese está abogando por una Iglesia Católica más activa y comprometida.

Algunas personas se han sentido ofendidas en nombre del Papa Francisco debido a que Mary McAleese, la antigua presidente de Irlanda, lanzó la palabra “demencial” en su dirección. Un representante de la Iglesia Católica dijo que era impropio de una jefe de estado el hablar de ese modo. Una carta recibida en este periódico describió sus declaraciones como terriblemente injustas.

En una conferencia en la Universidad de Dublín el lunes pasado, al recibir la medalla Ulises de la universidad, McAleese criticó el plan del papa de pedir al sínodo de obispos del próximo octubre que le asesoraran sobre el magisterio de la Iglesia sobre la familia. Dijo: hay algo profundamente erróneo y sesgado en pedir a varones célibes revisar el magisterio eclesial sobre la vida familiar. Ya sólo la idea de que 150 personas que han decidido que no van a tener hijos, no van a fundar sus propias familias, no van a ser padres y no van a ser esposos; esto es, no van a tener ninguna experiencia propia sobre la vida familiar del modo en que el resto de nosotros la vivimos, pero ellos serán los que asesoren al Papa sobre la vida familiar es totalmente demencial.”

El año pasado el Vaticano hizo circular un cuestionario a los católicos de todo el mundo buscando conocer su opinión sobre las cuestiones pastorales del matrimonio y la familia. En su entrevista del pasado lunes, McAleese dijo: “les escribí y les dije que yo tenía un cuestionario mucho más sencillo, sólo de una pregunta, que es la siguiente: ¿cuántos de los hombres que vais a reuniros para asesorar al Papa en la cuestión familiar habéis cambiado alguna vez un pañal a un bebé?”. Para mí ésta es una pregunta muy, muy seria.

Es dudoso que el Papa Francisco, franco en su modo de hablar, se sienta ofendido por algo de esto. Podrá estar en desacuerdo con la sustancia de lo que dice McAleese, pero su modo de hablar difícilmente podrá alterarle. Después de todo, éste es el Papa que ha aconsejado a su clero que “bajen” y se “ensucien” entre la gente, de modo que “huelan” como ellos; y el que ha hablado acerca del narcisismo de papas y teólogos. McAleese sólo está siendo coherente.

Cuando McAleese era una jovencita, la primera persona a la que confió su deseo de ser abogada fue a un sacerdote amigo de la familia. “Su respuesta instantánea fue decirme que me olvidara por completo de ello, ya que yo sufría dos defectos que eran, según su punto de vista, insuperables. El primero era que yo era una mujer, y el segundo, que no tenía contactos en el mundo del derecho.”

Continuó: “esto me lo dijo con la autoridad despreciativa que intenta acallar la protesta o el debate. El poseedor del conocimiento supremo, la certidumbre total, ha hablado, y eso era todo”. El mismo sacerdote, casualmente, llevaba un registro contable de las indignidades sufridas por los católicos debido al gobierno protestante de Stormont, muchas de las cuales, irónicamente, implicaban el alejar a los católicos de sus puestos de trabajo por la única razón de ser católicos.

“La ironía sobre la similar exclusión grupal de las mujeres, desafortunadamente le pasó desapercibida”.

Pero, sin embargo, no le pasó desapercibida a su madre, quien “me había inculcado un respeto hacia el sacerdocio muy cerca del temor reverencial. Sin embargo observé, atónita, como mi madre retiró al clérigo de su silla y fue invitado a marcharse antes de haber terminado la cena”. “Tú – fuera”, rugió. “Y tú, me dijo, ignórale”. Éste fue el único consejo que he recibido en toda mi vida de mis padres en cuanto a mi elección profesional.

Ignorando a aquel sacerdote, y siguiente el consejo de su madre, McAleese fue una de las primeras mujeres que estudió derecho en la Universidad Queen’s de Belfast. Fue la primera católica y primera mujer directora de su Instituto Profesional de Estudios Legales y, en 1993, su catedrática de derecho. En 1994 se convirtió en la primera mujer vicecanciller de la universidad. Claramente, seguir el consejo de su madre e ignorar el de un clérigo varón célibe, era el camino a seguir.

En marzo de 1997, antes de ser nominada a la presidencia de Irlanda, escribió en el semanal católico británico “The Tablet” que “los hombres y mujeres más inteligentes pueden reconocer el discurso sexista, no importa lo adornado que se presente y lo distinguido del ponente, desde una distancia de millas”.  Y continuó: “cuando el Santo Padre admite que la Iglesia puede haber sido algo sexista en alguna ocasión, esperamos que la siguiente declaración obvia sea que la Iglesia va a hacer una profunda y rigurosa autocrítica de sí misma. Esto es, va a tratar de comprender cómo su propia reflexión, su propia comprensión de Dios, ha sido sesgada y dañada por 2.000 años de vergonzosa “ciencia barata” disfrazada de teología o aún peor, de la “voluntad de Dios”. Pero esta declaración no llega. Por el contrario, la “gran escopeta”, el obús de la infalibilidad es armado y disparado”.

Pero esto no es suficiente para el laicado actual, según McAleese. “¿Los fieles callan y se lo tragan? ¿Se someten humildemente a un edicto cuyo propósito es la perpetuidad? No, en Irlanda, no. Actualmente, argumentan en contra, armados con las conclusiones de los más recientes estudios, que con rigor y sin piedad sacan a la luz a los teólogos dogmáticos más conservadores.

“Actualmente, se puede escuchar a mujeres de fe profunda que dicen sentirse llamadas al sacerdocio. Ellas hablan con una confianza recién encontrada y son escuchadas con un respeto recientemente hallado”.

En una entrevista de 2012 con Gay Byrne de RTE televisión, declaró que, en relación a la negativa al sacerdocio femenino de la Iglesia católica, había escrito al Papa Juan Pablo II preguntándole si, con su postura al respecto, ella seguía siendo realmente miembro de la Iglesia.

Recibió una preciosa carta en respuesta, asegurándole que sí, que en efecto, ella seguía siendo miembro de la Iglesia, pero instándola a esforzarse por aceptar el magisterio de la Iglesia. Entonces, escribió al entonces arzobispo de Dublín, Desmond Conell, solicitándole documentación sobre esta cuestión. Lo que recibió fue unos estudios extremadamente pobres, dijo.

Ese mismo mes, octubre de 2012, McAleese tuvo clara su misión para su vida post-presidencial, con la presentación en Dublín de su libro de derecho canónico “Quo Vadis?”: se va a convertir en una “molestia” para Roma para el resto de sus días. “Estoy aquí para largo”, dijo, avisando a las autoridades eclesiásticas. “Háganse a la idea”.

Para el resto de mi vida, dijo, “aquí es donde me sitúo; en el corazón de la lucha de mi Iglesia para ser parte en un mundo donde prevalezca el amor”.

Continuó: “por primera vez en los 2.000 años de historia de la Iglesia Católica, tenemos el fenómeno de un laicado educado. La Iglesia no sabe muy bien qué hacer con nosotros, porque durante 2.000 años nunca ha tenido que vérselas con un laicado educado.”

El gran cambio futuro será que los laicos dejarán de ser pasivos. “Harán lo que el canon 212.3 dice: Di a tus pastores lo que piensas. Dales a conocer tu opinión”.

Asimismo, en relación a los sacerdotes irlandeses silenciados por el Vaticano, ella les defiende como abogada, con la base de que no se les ha permitido defensa en el proceso. Todos fueron “llamados y condenados” sin su conocimiento y sin saber que estaban siendo investigados. Únicamente se les dio a conocer su sentencia final.

Por ahora, Mary McAleese reside en Roma, haciendo su doctorado en derechos de la infancia en el derecho canónico. Prevé que esté terminado a finales del próximo año. Su intención, incluso ambición, es continuar incordiando en Roma acerca de su actitud hacia las mujeres, homosexuales, el gobierno, el celibato obligatorio y más hasta el final de sus días. Con 63 años, todavía le quedan muchos.

Piensa llevar a cabo esta tarea mediante artículos ocasionales, conferencias y entrevistas, como la de la UCD de esta semana. A título personal, no tiene ninguna ambición de implicarse en dirigir ninguna congregación u órgano vaticano.  Ella sólo quiere permanecer “impropia” en cuanto a la Iglesia se refiere. A aquellos a los que les disguste sólo les queda, en fin, aceptar que no tiene remedio.

LO QUE LA VIDA ME ENSEÑÓ: HENRI J.M. NOUWEN

“Mis primeros veinticuatro años de vida fueron básicamente años de preparación al sacerdocio católico. Nací y crecí en una familia católica, fui a colegios católicos y viví una vida en la que me relacionaba exclusivamente con católicos. Era una época en la que todas las fronteras estaban claras. (…) Estos límites tan claros me daban la sensación de estar en el lugar debido, perfectamente protegido y totalmente a salvo (…) Tenía muy claro lo que iba a hacer como sacerdote. Conocía la doctrina y el modo apropiado de vivir la vida moral. Seis años en el seminario me habían proporcionado unas líneas directrices muy claras y me habían rodeado de personas que habían recibido esas mismas directrices. Proclamar el Evangelio y administrar los sacramentos constituía un desafío, pero no era complicado, sino algo que realmente me sentía llamado a hacer. Era una persona muy feliz, me sentía muy cerca de Dios y tenía una vida de oración sumamente disciplinada y una vocación bien definida. Fui ordenado en julio de 1957.

Después de mi ordenación estudié psicología en la universidad católica de Nijmegen (Holanda), viví muy de cerca el Concilio Vaticano II, trabajé como capellán en la Holland America Line y fui formado como capellán de reserva del ejército. Después pasé unos años en la clínica Menninger estudiando la relación entre religión y psiquiatría, di clases durante dos años en Notre Dame, diez años en Yale y tres años en Harvard, y visité varias veces Latinoamérica.

Durante todos estos años, aprendí que los protestantes pertenecen a la Iglesia tanto como los católicos; que los hindúes, budistas y musulmanes creen en Dios tanto como los cristianos; que los paganos pueden amarse mutuamente tanto como los creyentes; que la psique humana es multidimensional; que la teología, la psicología y la sociología tienen muchos puntos de contacto; que las mujeres pueden tener una verdadera vocación al ministerio sacerdotal; que las personas homosexuales tienen una vocación y un lugar muy singulares en la comunidad cristiana; que los pobres pertenecen al corazón mismo de la Iglesia; y que el Espíritu de Dios sopla donde quiere.

Todos estos descubrimientos fueron, poco a poco, derribando muchas vallas que me habían proporcionado un refugio seguro y fueron haciéndome profundamente consciente de que la alianza de Dios con su pueblo incluye a todos.

Para mí, personalmente, fue un tiempo de búsqueda y cuestionamiento frecuentemente agónico, un tiempo extremadamente solitario…

Libro: Dirección Espiritual. Henri J.M.Nouwen. Ed.Sal Terrae. Págs. 74-75.

Imagen

The Lady is a Bishop (la «Señora» es Obispo)

Artículo original: Marjorie Reiley Maguire.

http://www.rcwp.com

“Esto no se hace por ti. Esto es para que el trabajo por la justicia continúe en la Iglesia”. Con estas palabras un obispo varón, no identificado, obispo romano-católico de una diócesis, en plena comunión con Roma, le dijo a Patricia Fresen que había decidido ordenarla como una de las tres mujeres obispos de la Iglesia católica-romana en el mundo. El “trabajo por la justicia” al que se refería era continuar la preparación y ordenación de mujeres al sacerdocio en la Iglesia Católica Romana.

La obispa Patricia ha estado recientemente en un tour de conferencias en el Medio Oeste (Estados Unidos), explicado su historia, de cómo una linda niña católica de Sudáfrica, que fue monja dominicana durante 45 años, se convirtió en un sacerdote y obispo ordenados en la Iglesia católica romana.

Apartheid: ¿la discriminación era lo normal y Dios así lo quería?

Patricia creció en la Sudáfrica del apartheid. Cuando era una niña pequeña pensaba que todo el mundo era así: un lugar en el que los blancos tenían todo lo mejor en la sociedad, donde había señales para las playas de blancos, bancos para la gente blanca etc. Ella también tenía asumido que Dios lo quería de ese modo. Cuando creció, se dio cuenta de que esta división entre negros y blancos no era la voluntad de Dios. Era injusto. Mediante su experiencia en la comunidad Dominica, que rompió las barreras entre negros y blancos tanto entre las hermanas como en sus escuelas, Patricia comprendió que existe una obligación moral de cambiar las leyes injustas y que esto a veces hay que hacerlo negándose a obedecer dichas leyes. Por ello, cuando oyó acerca de la ordenación de siete mujeres católicas en el Danubio en 2002, inmediatamente reconoció que sus ordenaciones eran resistencia moral al apartheid de sexismo en la Iglesia Católica.

Patricia había sentido un deseo dentro de ella de ser sacerdote durante muchos años. Este deseo empezó cuando fue enviado por sus superioras fuera de Sudáfrica por primera vez en su vida, a la edad de 40 años, para estudiar teología en Roma. La diócesis quería de ella que obtuviera la licenciatura en teología de modo que pudiera enseñar en el seminario, ya que habían decidido que los seminaristas necesitaban una presencia femenina en su vida. En Roma, obtuvo calificaciones superiores a muchos de sus compañeros más jóvenes, por lo que frecuentemente se convirtió en su tutora informal para los exámenes. Y trabajó con personas que le contaban sus problemas, incluso sus pecados, y que querían que fuera ella quien les diera la absolución. Sin embargo, cada vez que había una ordenación, ella era excluida. Por primera vez en su vida, esta hija del apartheid comprendió lo que era ser objeto de discriminación. Su primera reacción fue la rabia. Pero gradualmente la rabia cambió en deseo, y entonces en una sensación de llamada de Dios.

Como muchas otras mujeres, Patricia reprimió esta vocación al sacerdocio, porque le hacía demasiado infeliz sentir la llamada, sabiendo que la Iglesia no ordenaría a mujeres. Volvió a Sudáfrica y enseñó en el único seminario del país durante siete años, la única mujer del claustro de la facultad. Una de sus asignaturas era homilética. Ella podía enseñar a los seminaristas cómo predicar, incluso apareciendo en vídeos dando una homilía-modelo. Pero ella nunca podría predicar esta misma homilía a estos seminaristas en una liturgia comunitaria. Un día, un sacerdote de la facultad le invitó a dar una homilía por primera vez, con ocasión del día nacional de la mujer. A pesar de sus horas y horas de preparación, la homilía no fue nunca presentada, porque los seminaristas empezaron a protestar en cuanto se dieron cuenta de que era ella la que se dirigía al púlpito para hablar. El sacerdote que presidía, se quitó las vestimentas y se negó a continuar la misa. Patricia dejó el seminario después de esto y pasó a dar clase en la universidad.

Su vida cambió en 2002, cuando leyó la historia de la ordenación de las 7 del Danubio, y tuvo la oportunidad de encontrarse con dos de las mujeres sacerdotes, Christine Mayr-Lumetzberger de Austria y Gisela Forster de Alemania. En 2004, Christine y Gisela informaron a Patricia que habían sido ordenadas obispos y que la ordenarían como sacerdote, cuando las tres coincidieran en España para un sínodo de mujeres. Patricia estaba 98% segura de que su Comunidad dominica en Sudáfrica se pondría de su parte y aceptaría la ordenación, dado que ellas habían sido siempre líderes en la lucha contra el apartheid. Ellas le habían enseñado que romper una ley injusta es frecuentemente la única manera de cambiarla.

Sin embargo,  tras consultar con varios teólogos y congregaciones en Roma, su comunidad le dio un ultimátum de Roma: o bien confesaba su pecado de haber sido ordenado y nunca decía a nadie nada sobre ello, o pedía la dispensa de sus votos dominicos después de 45 años. (Un punto interesante: nunca fue excomulgada. Y Roma aparentemente reconoció su ordenación como válida, ya que no querían decirle a nadie nada sobre ella). Para evitar problemas a su comunidad, Patricia pidió la dispensa, dando como razón que había sido ordenada sacerdote católico-romana. Sin embargo, no hubo dispensa en su corazón, en el que ella continúa siendo dominica. Expulsada de su comunidad a los 63 años, Patricia fue rescatada por un amable ofrecimiento de la obispo Gisela Forster en Alemania, ofreciéndole compartir su casa.

Patricia está aprendiendo alemán y tiene un pequeño, pagado, ministerio pastoral con un equipo que visita a enfermos y ancianos en sus casas. Entonces, en el año 2005, un obispo-varón no identificado le dijo que la ordenaría como obispo. Las lágrimas caían por su rostro, lo mismo que por el de Patricia, cuando impuso sus manos sobre su cabeza y dijo que la ordenaba en plena sucesión apostólica, hasta los inicios de la Iglesia. El nombre de Patricia Fresen está grabado después del suyo en una larga genealogía eclesial. Estos documentos están en una caja de seguridad en un banco, y sólo serán hechos públicos cuando el obispo-varón fallezca. Para seguir todas las reglas del derecho canónico, este obispo estuvo acompañado por otros dos obispos varones legítimos. Asimismo, asistieron las dos mujeres-obispos previamente ordenadas y un cuarto obispo varón legítimo, seis obispos en total.

Además de su pequeño trabajo secular, Patricia ahora dirige el programa de formación para nuevas candidatas al sacerdocio en RCWP. Tanto hombres como mujeres son aceptados en el programa. No hay requisito de celibato. La sexualidad está separada de la llamada al sacerdocio. En la actualidad hay 115 mujeres, 2 hombres homosexuales y 3 hombres casados en el programa.

Después de su charla, Patricia celebró una misa con nosotros, junto con una mujer diácono que será ordenada sacerdote el próximo verano en Pittsburgh. Quizás el signo más expresivo del tipo de obispo que Patricia es, fue cuando se sentó tras leer el Evangelio. Fue la diaconisa, no la obispa, la que predicó la homilía. Algunos de nosotros sentimos un poco de decepción por no oír a Patricia predicar, pero nos dimos cuenta de que Patricia está modelando una Iglesia no-jerarquizada y la igualdad del discipulado, lo que ella entiende que es esencial en RCWP. Y la diaconisa lo hizo muy bien!!

Viajé 90 millas para escuchar la charla de Patricia en Chicago. No necesito saber sobre los detalles jurídicos para tener la certeza de que su ordenación es válida y que la misa fue una verdadera eucaristía.

Aunque personalmente no tengo el deseo de ser sacerdote, el pasado verano fui a las ordenaciones de mujeres sacerdotes y diáconos en un barco en el canal marítimo de St.Lawrence. Fui para dar apoyo a las mujeres implicadas y por curiosidad, aunque era escéptica en relación a la validez de las ordenaciones. Sin embargo, durante la liturgia de la ordenación, experimenté la gracia del momento. Experimenté que las ordenaciones eran válidas. Experimenté a Patricia, Christine y Gisela tan válidas como obispos como cualquiera de los obispos de cualquier liturgia de ordenación a la que haya ido. A veces el conocimiento se adquiere a través de estas experiencias. ¡Si el Papa Benedicto (ahora Francisco) pudiera tener esta misma experiencia! Podría entonces dar su aprobación a la ordenación de las mujeres diciendo: “Esto no se hace por ti. Se hace para que la Iglesia no muera y para que el trabajo de la Iglesia por la justicia pueda continuar”.

La autora del escrito, Marjorie Reiley Maguire es una teóloga católica con un doctorado de una universidad católica y abogada con su licenciatura en derecho de la universidad de Wisconsin.

RECORDANDO LA PRIMERA CONFERENCIA INTERNACIONAL PARA LA ORDENACIÓN DE LA MUJER – DUBLÍN 2001 (WOW)

Entre los objetivos de la WOW está el impulsar el diálogo y facilitar el encuentro entre las personas que trabajan para lograr la ordenación de la mujer en la Iglesia Católica. Uno de los medios que utiliza es la organización de conferencias internacionales.

http://womensordinationworldwide.org/dublin-2001/

La organización irlandesa BASIC “Brothers and Sisters in Christ” (Hermanos y hermanas en Cristo) organizó y acogió la primera conferencia internacional de la WOW. Tuvo lugar en Dublín, Irlanda, del 29 de junio al 1 de julio de 2001.

Los ponentes de las presentaciones principales fueron la Hna.Joan Chittister, John Wijngaards y la Reverenda Rose Hudson-Wilkin, quien sustituyó a Aruna Gnanadason del Consejo Mundial de las Iglesias. Debido a la presión del Vaticano, Gnanadason tuvo que retirarse de la conferencia. No obstante, el contenido de su presentación se envió a la conferencia.

Participantes: 370 participantes de 26 países y 6 continentes se reunieron en Dublín para esta conferencia con el título: AHORA ES EL MOMENTO – Celebración de la Llamada de la mujer a un Sacerdocio Renovado en la Iglesia Católica.

La Hermana Myra Poole, hermana de Notre Dame desde hace 42 años, que en los últimos 3 años ha sido la Coordinadora Internacional de la WOW recibió una prohibición del Vaticano de asistir a la conferencia. Se le comunicó que si asistía sería expulsada de su Orden. Después de mucha oración y reflexión, llegó a la conferencia el sábado por la tarde. Fue recibida con una gran aclamación por todos los participantes.

La Hermana Joan Chittister, hermana de la orden benedictina en Erie, Pensylvania, y conocida mundialmente por sus contribuciones a la Espiritualidad y la Teología fue asimismo avisada por el Vaticano para no asistir a la conferencia. 135 hermanas de la Orden Benedictina firmaron cartas de apoyo sobre la práctica monástica de la responsabilidad personal y la decisión de Joan de asistir. La firme postura de Joan fue que las benedictinas no adoptan una perspectiva jerárquica de la obediencia, sino que tienen el carisma monástico que ve en el discernimiento y la responsabilidad individual la base para una obediencia adulta. Recibió una gran ovación por su ponencia.

Resoluciones: se aprobaron 11 resoluciones. La primera de ellas es una petición al Papa de que revoque la prohibición de la discusión sobre la ordenación de la mujer.

Las jornadas incluyeron oraciones, charlas, debates, borradores de resoluciones. La conferencia concluyó con una muy emocionante y espiritual Liturgia de Acción de Gracias.

RESOLUCIONES

Preámbulo

Todos nosotros, como Pueblo de Dios, nos hemos reunido procedentes de 26 países y 5 continentes para la conferencia inaugural de la WOW, en Dublín, del 29 de junio al 1 de julio de 2001. Como seguidores de Cristo, respondemos a la llamada a un discipulado radical y a buscar la justicia, de modo que todos puedan participar en el sacramento de las Órdenes.

Los miembros de la conferencia celebran de todo corazón la libertad de expresión y la primacía de la conciencia proclamados por el Magisterio del Vaticano II. Consideramos que cualquier obstrucción de los mismos constituye una violación de los derechos humanos y un obstáculo al Espíritu Santo en su guía de las iglesias a la plenitud de la verdad.

Los participantes en la conferencia sostienen que las vocaciones no están restringidas por el género, la raza, el estado marital, la sexualidad, el bagaje educativo y las oportunidades vitales.

Resoluciones

  1. Esta conferencia pide al Papa que revoque la prohibición sobre la discusión de la ordenación de la mujer.

  2. Esta conferencia pide a cada organización miembro de la WOW que continúe su diálogo con los obispos locales, religiosos, sacerdotes y laicos sobre la cuestión de la ordenación de la mujer, en el contexto de recuperar la integridad del discipulado.

  3. Esta conferencia pide a los dirigentes de la Iglesia Católica Romana que se restaure el diaconado de la mujer como una práctica de la iglesia primitiva.

  4. Esta conferencia anima a las mujeres que se sientan llamadas a estudiar para el diaconado y el sacerdocio, y resuelve dar apoyo para el establecimiento de cursos de formación allí donde no estén disponibles para las mujeres en estos momentos.

  5. Esta conferencia resuelve promover la causa de la ordenación de la mujer reclamando constante atención pública sobre la cuestión, mediante manifestaciones regulares de las organizaciones miembros, mediante un día anual de oración para la ordenación de la mujer el 25 de marzo y mediante una conferencia mundial cada 3 ó 5 años.

  6. Esta conferencia llama a los ministros de todas las iglesias a adaptar el lenguaje utilizado en la liturgia de modo que refleje la igual dignidad de todo el Pueblo de Dios. Las imágenes de Dios deben reflejar tanto lo femenino como lo masculino.

  7. Esta conferencia saluda a Ludmila Javorova, nuestra hermana sacerdote, y las mujeres ordenadas diáconos por valientes obispos clandestinamente en Checoslovaquia y pide al Vaticano que se una a nosotros en el reconocimiento de la validez de sus órdenes.

  8. Esta conferencia propone que la WOW a través de sus grupos miembros cree los medios para el apoyo financiero a aquellos que pierden sus puestos como resultado de su postura de apoyo a la ordenación de la mujer.

  9. Esta conferencia pide a la WOW que a través de sus grupos miembros animen a aquellos hombres y mujeres que han sido penalizados por su apoyo a la ordenación de la mujer a que den su testimonio públicamente y expongan las acciones del Vaticano.

  10. Esta conferencia propone la puesta en marcha de un sistema de respuesta rápida por email por la WOW para apoyar la interconexión de los grupos para la ordenación de la mujer.

  11. Esta conferencia propone que la estola o banda púrpura sea adoptada como símbolo internacional para la ordenación de la mujer.

 

TERCERA CONFERENCIA INTERNACIONAL SOBRE LA ORDENACIÓN DE LA MUJER EN LA IGLESIA: PHILADELPHIA’2015

Imagen

http://womensordinationworldwide.org/wow-2015-conference/

La Women’s Ordination Worldwide (WOW) convoca la tercera conferencia internacional sobre la ordenación de la mujer en la Iglesia. Tendrá lugar los días 18 a 20 de septiembre de 2015 en Philadelphia (USA).

La WOW se fundó en 1996 en el primer sínodo europeo de mujeres en Gmunden, Austria. Es una red ecuménica de grupos nacionales e internacionales cuya primera misión es la admisión de las mujeres en todos los ministerios ordenados de la Iglesia Católica Romana:

Ya no se distinguen judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, pues con el Mesías Jesús todos sois uno” (Gal 3, 28)

Las dos conferencias anteriores tuvieron lugar en Dublín (2001) y en Ottawa (2005).

La tercera conferencia tiene por título: “Género, Evangelio y Justicia Global”. La conferencia pretende reunir a las personas que promueven la ordenación de la mujer en todo el mundo, para celebrar, ser inspirados y unirse, a medida que el movimiento crece y va hacia delante.

La historia de Maria Vittoria Longhitano: primera mujer ordenada sacerdote en Italia

Imagen

María Vittoria Longhitano es una italiana de 35 años, casada y madre de dos niños. Pertenece a la Iglesia vetero-católica italiana, una pequeña congregación que abandonó el catolicismo romano en el siglo XIX para ingresar en la Unión de Utrecht, estrechamente ligada a su vez a la iglesia anglicana.

«Sin las mujeres, el catolicismo, que es sinónimo de universalidad, está como estropeado porque la mitad de la humanidad no participa en la misión de Cristo», explicó a la prensa María Vittoria Longhitano.

El obispo Fritz-Rene Muller, de la Unión de Utrecht (Holanda) la ordenó sacerdote el 22 de mayo de 2010 ante un centenar de personas, durante un oficio de dos horas celebrado en la iglesia anglicana All Saints’ Church cerca de la célebre Plaza de España. María Vittoria Longhitano no fue ordenada según el rito anglicano, sino según el de la iglesia vetero-católica. Según ella, el interés del público y de los medios de comunicación por su ordenación demuestra que «las iglesias cristianas y la iglesia católica romana en Italia disponen de un apoyo popular para aceptar el sacerdocio de las mujeres».

Como sacerdote, su trabajo es voluntario, no recibe un sueldo. Se gana la vida como profesora de filosofía y ética en una escuela de secundaria. Su comunidad cristiana se sostiene en base a las aportaciones de los fieles, no reciben dinero del Estado.

Opina que las razones teológicas (los Doce- varones, Jesús histórico- varón… ) no justifican la exclusión de la mujer del sacerdocio ministerial en la Iglesia Católica. Cree que la raíz es de tipo psicológico: es una institución jerárquica muy rígida que recibe como perturbador cualquier tipo de modificación. Por otra parte, existe una “fobia sexual”. Es característico de los sistemas totalitarios el utilizar el sexo como instrumento de control.

Mientras que las otras chicas de Nissoria, Sicilia, jugaban a “ser señoras” Maria Vittoria Longhitano jugaba a decir misa, distribuyendo galletas y patatas fritas a sus muñecas en el momento de la comunión. De vez también andaba bautizando… De niña también rezaba a Santa Rita para que intercediera y pudiera ser sacerdote. Su madre le decía “es imposible”, “y yo sentía como si se me clavara una espada en lo más hondo de mi ser”. Cuando era pequeña y pidió al párroco de su pueblo natal, Enna, ayudarle a servir en el altar, recibió como respuesta: “Jesús no quiere que las mujeres sean sacerdotes o monaguillos”. La ordenación no ha terminado con estas respuestas: en una ocasión, unos sacerdotes no quisieron celebrar en el altar usado previamente por ella por considerarlo “contaminado”. Posteriormente, harecibido cartas amenazadoras por bendecir uniones de personas del mismo sexo.

Cuando Maria Vittoria empezó a sentir que la fe ocupaba un lugar importante en ella, decidió dedicarse a la vida monástica y entrar en la hermandad de las Hermanas Dominicas de Betania. Encontró la oposición del clero católico: «La casa cerca de Roma, a la que asistí desde la pre-postulante ha estado cerrada durante varios meses debido a la presión de la Curia. Entre las monjas circulaban las ideas consideradas demasiado progresistas, como las del teólogo Eugen Drewermann «. Entonces decide abandonar la Iglesia de Roma, entrar en contacto con la Comunión Anglicana y comenzar el camino para convertirse en sacerdote, completando sus estudios de teología.

«De la Iglesia de Roma en gran medida hay que preservar la teología, el ritual y el concepto de la sucesión apostólica, que marca la principal diferencia entre los sacerdotes y pastores protestantes», explica. «Las cosas cambian desde el punto de vista eclesiológico, porque no imponemos el celibato, estamos abiertos a las mujeres y apoyamos los derechos de todos, incluyendo a los homosexuales.» Ahora la madre Maria Vittoria es por fin libre para ejercer su ministerio en Milán, donde se mudó al seguir a su marido, con quien se casó en 2008.

La Asociación de Sacerdotes Católicos Irlandeses pide la ordenación de las mujeres y los hombres casados

Imagen

Traducido por Priscila.

Artículo original en: http://www.irishcentral.com/news/Irish-priests-calls-for-ordination-of-women-and-marriage-in-Church.html

La Asociación de Sacerdotes Católicos (ACP), en Irlanda, dice que la Iglesia debe ordenar a las mujeres y permitir a los sacerdotes casarse para poder sobrevivir.

Señalando que en la archidiócesis de Dublín hay sólo dos sacerdotes con menos de 40 años, el padre Sean McDonagh dice que la Iglesia afronta una “implosión” en términos de vocaciones al sacerdocio.

El grupo ha hecho una serie de recomendaciones que serán discutidas en la Conferencia Episcopal Irlandesa en Maynooth a finales de esta semana.

Una encuesta de 2012 a los católicos romanos, en representación de la ACP, mostró que el 87% creía que los sacerdotes deberían poder casarse y el 77% se manifestaban a favor de las mujeres sacerdotes. Otro 22% creía que hombres casados maduros deberían ser ordenados.

McDonagh dijo a TheJournal.ie que no hay nada de “inusual” en tener diaconisas en la Iglesia Católica: “Ellas fueron ordenadas en el pasado”, dijo. “Está claro que históricamente las mujeres han servido en la iglesia, a pesar de todos los esfuerzos hechos para silenciar sus voces desde el s.IV”.

Continuó: “las mujeres deben ser una gran parte del futuro ministerio en la Iglesia. Cuando miras a tu alrededor en una iglesia un domingo, ¿quién hace la mayoría de las funciones? Las mujeres”.

La Asociación también pide que los hombres que dejaron el sacerdocio para casarse, regresen al ministerio.

En 1984 hubo 171 ordenaciones en Irlanda. En 2006, hubo 22. En 2013, sólo 70 estaban estudiando para ser sacerdotes en Irlanda.

McDonagh dijo que es obligación de los obispos irlandeses elevar estas cuestiones en Roma y añadió que no es una cuestión únicamente de Irlanda. Asimismo anotó que el Papa Francisco ha indicado que está abierto a sugerencias.

McDonagh dijo que, aunque rezar por el aumento de las vocaciones en la Iglesia Católica está “bien”, lo que la Iglesia Católica necesita es un plan.

 

María José Arana rscj: Hay mujeres con gran vocación sacerdotal

Magnífica entrevista publicada hoy:

http://www.deia.com/2014/06/01/sociedad/euskadi/hay-mujeres-con-gran-vocacion-sacerdotal

CREO sinceramente que si la Iglesia jerárquica quiere afrontar el tema del celibato, en vistas a un replanteamiento de la Institución deberá sin duda comenzar por escuchar la voz de las mujeres», asegura María José Arana, religiosa del Sagrado Corazón de Jesús, doctora en Teología y diplomada en Sociología por la Universidad de Deusto. María José ha sido párroco de la Parroquia de vizcaina de Aranzazu y presidenta del Fórum Ecuménico de Mujeres Cristianas de Europa. Entre sus numerosos trabajos e investigaciones figura Mujeres Sacerdotes ¿por qué no? Reflexiones históricas, teológicas y ecuménicas.

María José Arana considera que, una vez más, la cuestión de las mujeres en la Iglesia queda relegada. «La deuda que la Iglesia jerárquica tiene con ellas viene de mucho más lejos, es más urgente y sangrante y sin embargo ahí sigue», apunta con voz crítica. Porque ni el asunto del diaconado femenino ni el del presbiterado es dogma de fe. «Es más, hay huellas en la práctica de la Iglesia antigua que nos hablan de la presencia de diaconisas y presbíteras. Y sobre todo, la cuestión de la mujer ha evolucionado enormemente en la sociedad civil y la Iglesia se ha quedado a la zaga», asegura con conocimiento esta profesora en la Facultad de Teología de Gasteiz y en el Instituto de Teología y Pastoral de Bilbao.

¿Y La voz de las teólogas?

Esta teóloga, perteneciente también a otros grupos de mujeres cristianas como el Foro de Estudios sobre la Mujer, se pregunta «por qué la Iglesia jerárquica no acude al trabajo que muchas mujeres teólogas hemos realizado ya sobre el tema: por qué no escuchan a tantas mujeres vocacionadas; por qué no ven la aportación positiva que su presencia supondría en la Institución sacerdotal que sin embargo se empobrece clamorosamente por su falta».

Una opinión compartida por el exjesuita José Luis Erdozain, alma mater de la revista Eliza Herria Eliza 2000 quien considera inadmisible que en pleno siglo XXI, en una Institución como la Iglesia católica lo de la paridad brille por su ausencia. «La mujer está excluida totalmente de la jerarquía eclesiástica; es un anacronismo casi medieval que en este siglo se siga negándole a las mujeres que puedan ser presbíteras, obispas».

Para Erdozain, el tema del celibato no es problema principal, sino «la igualdad hombre-mujer en el seno de la institución católica. Esto supondría un cambio profundo de concepción de Iglesia. Hay muchísimas mujeres y religiosas, las de convento y las de la calle, que tienen una gran vocación de servicio y carisma y una enorme capacidad de reconciliación, características claves para el sacerdocio: Las mujeres pueden tener la misma vocación sacerdotal que los hombres», asevera.

En el debate sobre la ordenación de las mujeres suelen aportarse diversos aspectos -argumentos bíblicos, teológicos, derechos humanos…-, «sin embargo existe uno que casi no se tiene en cuenta y que me parece fundamental: la misma vocación sacerdotal», añade Arana.

Pablo VI negó rotundamente que las mujeres pudieran tener auténtica vocación sacerdotal: «Por muy noble y comprensible que sea, no constituye todavía una vocación». Y sin embargo -añade Arana- hay hoy, y hubo en el pasado, mujeres que afirmaron sentir en lo más hondo de su ser la llamada del sacerdocio «y muchas de ellas vivieron esta negativa con profundo dolor e impotencia: Santa Catalina de Siena, Santa Teresita y otras muchas».

Todas ellas sintieron el sufrimiento de esta imposibilidad y lo «sublimaron» en una vivencia de sacrificio similar al pensamiento de Pablo VI… «¡Un dolor! Hoy en día son ya algunos cientos las que se ordenan al margen de lo que diga Roma, aunque son excomulgadas. La vocación sacerdotal tiene un contenido antropológico y teológico. Es una autentica llamada. Por eso, muchas mujeres se sienten recortadas en algo muy íntimo. Quieren ser sacerdotes y no pueden», exclama con dolor.

Imagen

 

PIONERAS: MUJERES ABRIENDO CAMINOS. ENTREVISTA A CHRISTINE MAYR-LUMETZBERGER

Imagen

Artículo original en www.priesterinnen.net

Traducción de Priscila.

Que hace menos de 100 años en Austria las profesoras tuvieran prohibido casarse nos parece hoy incomprensible. Que las mujeres en la Iglesia Católica sólo puedan dedicarse a ser monjas o asistentes de pastoral está aparentemente aceptado. Gracias a Dios, no por todos, ya que existe un grupo de mujeres que trabajan intensamente por la igualdad en este ámbito. Entre ellas, encontramos a Christine Mayr-Lumetzberger, más dedicada a escuchar su vocación y las necesidades de las personas, que al anticuado sistema normativo del Vaticano.

Usted estudió para ser maestra de Infantil, pero desde 1976 a 1981 vivió en un convento. ¿Cómo es que se hizo monja tras sus estudios?

Pertenezco a los años del Baby-Boom, entonces había ya muy pocos puestos de trabajo como maestra. Además, en aquel tiempo para mí se hizo muy importante el futuro de mi Orden religiosa. Yo tengo una facilidad natural (capacidad innata) para lo religioso, algo que comparo con el talento musical. Cuando una persona “musical” toma en sus manos un instrumento musical y lo toca, algo sucede, siente alegría al tocarlo, incluso aunque quizás necesite aún practicar mucho.

¿Por qué dejó el convento después de cinco años?

En 1979 murió Pablo VI y Juan Pablo II fue elegido Papa. Con él llegó a la Iglesia un “telón de acero”, una “restauración”, que hizo que se me quitaran las ganas de seguir ahí. De pronto llegó una nueva censura, había que pedir permiso para todo, no se podía ir más “de civil”, verdaderamente, un retroceso. Se desarrolló un clima desagradable.

¿Cómo es hoy, más de 30 años después?

Con el Papa Francisco se han vuelto a abrir las ventanas. Hoy se está produciendo un resurgimiento, entonces era justo lo contrario. Creo que la gente hoy vuelve a confiar. Con su antecesor, Benedicto XVI, personalmente esperé que fuera más espiritual y comenzara el resurgimiento. Sin embargo, creo que por su edad y por el hecho de no tener una personalidad líder, esto no se produjo.

Tras su tiempo en el convento, trabajó más de diez años como asistente espiritual en un hospital. En 2002 recibió la ordenación sacerdotal. ¿Por qué rechaza la Iglesia Católica Romana que las mujeres ocupen ese puesto?

En el año 1995 me sentí conectada al deseo de las personas que formamos la Iglesia, tras el escándalo de los abusos sexuales del Cardenal Groer, porque una de las peticiones era la igualdad para las mujeres. En aquel entonces yo era profesora y desarrollé un programa de formación para las mujeres, en correspondencia con el seminario para sacerdotes de los varones. Incluso uno de los tres grupos lo dirigí yo. En 2002 pensamos: si nuestro querido Dios quiere sacerdotisas, ¡entonces las tendrá! Nos preparamos para ello, si no salía nada, por lo menos que no fuera por no esforzarnos. Tras algunas semanas, dos obispos se pusieron en contacto con nosotras, de modo que la ordenación quedó asegurada.

¿Por qué fue excomulgada ese mismo año?

Estos obispos se movían al margen de la legalidad, ya que está expresamente prohibido ordenar a mujeres. Para que la excomunión sea levantada, debería reconocer que la ordenación no fue válida. Pero esto sería un pecado contra el Espíritu Santo, lo cual constituye un nuevo castigo, ya que algo que Dios ha dado no se puede rechazar tan fácilmente. Es un truco eclesial, por una parte para afrontar la cuestión, pero por otra, para no cerrarla del todo. Esto es, soy sacerdotisa, aunque no esté permitido y siempre bajo castigo, pero válidamente ordenada.

¿Pero no tiene ninguna comunidad propia?

Visito a aquellas comunidades que así me lo piden. Hay comunidades que me piden una celebración, una boda, o un entierro. Soy una “trabajadora itinerante” de la Iglesia. Voy a donde muchos sacerdotes no van. Muchas personas están decepcionadas porque han perdido la conexión con su comunidad parroquial. Hay muchos párrocos a los que la gente simplemente no se acude.

En 2003 recibió la ordenación episcopal y desde entonces es la única obispa de Austria.

Sí. En aquel momento se dirigieron a nosotras otros obispos, querían ordenarnos obispas sin falta, de modo que la sucesión apostólica quedara en nuestras manos. Así se transmite la tarea de los apóstoles al tercer milenio. No se debe entender desde una perspectiva histórica, sino que es parte de la Tradición, que un obispo incorpora a otro al ministerio mediante la imposición de las manos. En Austria soy la única, en el mundo hay unas doce obispas.

¿Por qué piensa usted que la Iglesia castiga tan fuertemente a las sacerdotisas?

Temen la competencia. Las mujeres dan siempre el 150%, los hombres quizás el 80%. Las mujeres están preparadas, se comprometen, y esto lo temen muchos hombres, temen ser medidos en comparación. También hay hombres misóginos en la Iglesia.

¿Cree usted que en lo que resta de este siglo, las mujeres podrán ir al seminario?

Sí, sin duda. En Europa el número de sacerdotes cae en picado, la “cura de almas” será llevado a cabo por las mujeres, en algún momento esto será ineludible. Hace 150 años no había ni profesoras, ni juristas ni médicos que fueran mujeres. Las primeras mujeres en esas profesiones fueron muy mal tratadas. Hoy es totalmente normal.

¿Por qué no levanta la Iglesia el celibato, aún no estando establecido por la Escritura?

Una primera razón es que los sacerdotes no están muy bien pagados. Con su sueldo malamente podrían mantener una familia. Sin embargo, esto se podría arreglar seguramente, ya que otras confesiones como la evangélica o la anglicana lo tienen resuelto.

Usted fue profesora hasta hace 4 años. ¿Qué tendencia observaba en la infancia y la juventud en relación a la fe?

Muchas familias han sido desatendidas por las parroquias debido a su estructura: matrimonios separados, segundos matrimonios, hijos de parejas no casadas, familias reconstruidas etc. Hace algún tiempo veía con horror cómo había sacerdotes que no bautizaban a los hijos de parejas no casadas o monoparentales. Con esta discriminación no es ninguna sorpresa que haya mucha gente que no quiera tener nada que ver con la Iglesia. Los sacerdotes deben tomar conciencia de que ellos son meros servidores, que los sacramentos no les pertenecen, ellos son meros instrumentos, y no tienen derecho a negar a la gente el bautismo, el matrimonio o la predicación.

 

La apasionante historia de una mujer sacerdote ¡¡con sólo 74 céntimos!!

Imagen

Título: seventy-four cents (setenta y cuatro céntimos).

Autora: Marty Meyer-Gad.

Comentario del libro escrito por Priscila.

He disfrutado este libro desde la primera página a la última. Tiene un estilo muy personal pero engancha. La trama discurre ligera, admirable para una escritora novel en “novelas de acción”. La vida narrada es apasionante. La perspectiva es la de una mujer muy inteligente, apasionada hasta el extremo, capaz de reírse de sí misma y de las dificultades que encuentra, coherente de la cabeza a los pies… Una mujer que se hace consciente de su vocación desde muy niña (sacerdote) y la sigue, haciéndose a sí misma, sin echarse atrás, pagando altos precios, fiel a su corazón y al Dios que habla en Él.

Es un magnífico espejo de la historia de la Iglesia de la segunda mitad del siglo XX, en los ojos de una mujer profunda y locamente enamorada de Jesucristo y de su Iglesia. Marty Meyer-Gad comparte sus experiencias: primero en el convento, después en diversas tareas parroquiales, enseñanza y práctica de la liturgia, en hospitales, prisión… Un abanico pastoral muy rico y apasionante. Junto con su experiencia matrimonial, maternidad… Vida profesional y personal, ante todo, de gran intensidad.

En los capítulos finales, como conclusión razonable, nos introduce a la Asociación de Mujeres Sacerdotes Católicas-Romanas (ordenaciones ilegales) RCWP-USA.

¡Altamente recomendable!

Disponible en ebook en Smashwords y en papel en Amazon.

Aquí una entrevista a la autora.

http://monticellotimes.com/2014/03/13/rare-look-at-church-through-the-eyes-of-a-female-priest/